“Fuga… ¡tres días de expulsión!” Así, con esa frialdad que caracteriza a los tiranos, el vicerrector disciplinario de mi muy internacional colegio sentenció a los pobres adolescentes que, lejos de cometer un error, eran, simplemente, adolescentes. El hombre era apodado por toda la comunidad académica, por la “gran familia”, como “fósforo”, porque en cada una de sus rabietas –que eran muchas cada día– su rostro se encendía de los colores que recuerdan el purgatorio. Había un buen número de “fugas” en el colegio de marras, muchachos que, posiblemente asfixiados por la presión académica, moral, disciplinaria y sobre todo social, se trepaban por los muros, para caer, libres, en el otro lado, ya en el barrio de Carcelén, y para tomarse la mañana libre. Si eran descubiertos, todo el peso del código de conducta caería sobre ellos: los profesores escribirían en sus libretas guarismos de una cifra con color rojo intenso, los padres alistarían sus cinturones, los amigos reirían de nervios.
El escape parece ser una constante en el transcurso de la vida de las personas. Si no, que lo diga con voz fuerte el alcohol o las drogas, sustancias ideales para dejar de enfrentar las vicisitudes de la vida cuando su consumo se vuelve prominente. Fugamos de aquello que parece que no conseguiremos dominar. Vaciamos nuestra mente –con medicina, echándonos al blanqueo mental o simplemente pensando en otra cosa– cuando vemos que el trabajo se ha puesto complicado, cuando los padres ya no nos ponen la misma atención, cuando los hijos se vuelven rebeldes, cuando los amores se van y no vuelven. Disgregamos. Divagamos. Estamos como ausentes en la vida. Caminamos dispersos por los caminos, sin atinar reacción.
Recuerdo ahora la brillante película de Laurent Cantet, «L’Emploi du Temps» (El empleo del tiempo), en donde un hombre que es despedido de su trabajo no puede afrontar contarle a su familia de su despido. Sale todos los días de su casa, para que su familia no sospeche y con el tiempo va creando mentiras cada vez más elaboradas. Él escapa. Y el escape conduce a una cosa cierta: la mentira. Y, ya lo sabemos, la mentira corroe el alma.
Pero al mismo tiempo: ¿cómo no entender la fuga? ¿Cómo hacernos de la vista gorda frente a la necesidad propia de los seres humanos de ser felices aunque sea por unos momentos, por unas semanas, por una noche? ¿Cómo no fugar, si la vida está cada vez más dura? ¿Si cada vez la soledad es más intensa?
Este programa es sobre escapar. Sobre fugarse de la realidad. Sobre los infinitos lugares a los que uno puede ir, en caso de que el escape sea la única opción.
Pink Floyd, Run Like Hell
Bruce Springsteen, Born tu Run
50 Cent, Places to Go
Youssou N’Dour & Sting, Don’t Walk Away
Lour Reed, Beginning of a Great Adventure
Peter Gabriel, No Way Out
Tracy Chapman, Fast Car
Led Zepellin, Going to California
Wynton Kelly, Escapade
Christian Scott, Away
Brad Mehldao Trio, She’s Leaving Home
Herbie Hancock & Luiciana Souza, Amelia
Este capítulo de TAN LEJOS TAN CERCA se emite en vivo este MIÉRCOLES 10 DE JULIO, de 12:30 a 14:00 (hora de Ecuador); 17:30 a 19:00 (GMT); por Distrito FM 102.9 y en este mismo sitio web se puede escuchar en vivo, diferido, a cualquier hora después de su primera emisión, así como todos los programas anteriores. Imagen: Janet Leigh, en el papel de Marion Crane; fotograma de «Psycho» de Alfred Hitchcock, 1960.