La obsesión de los seres humanos parece tratar de alcanzar esa quimera insustituible, ese oscuro objeto del deseo, esa cosa, a veces indescifrable llamada la felicidad. Y sin embargo, los propios seres humanos, siempre por interés, casi siempre económico, o por mera ignorancia, se afanan en que la felicidad sea eso: una quimera, un ideal cuya obtención es imposible. ¿Se puede ser feliz con tanta injusticia, con el hambre de muchos y el exceso de pocos? ¿Se puede ser feliz con tanta brutalidad y violencia campeando por todos lados? ¿Se puede ser feliz al constatar cuantos padres pegan a sus hijos, cuantos maridos pegan a sus esposas, cuantos hombres de terno y corbata atracan los dineros y las conciencias, cuantos maestros mal educan a sus pupilos? ¿Se puede ser feliz ante la soledad, ante aquella que aqueja a tantos que no saben como salir de ella? ¿Se puede ser feliz en estas condiciones, tan precarias, en donde se vive pobre, se vive mal, se vive abusado?
Allí es cuando, al calor de esas preguntas llegan los charlatanes de siempre, gente como –es un ejemplo– Ron L. Hubbard, inventor de la tristemente célebre iglesia de la cienciología, que a nombre de tanta infelicidad inventa pócimas para lograr la felicidad, siendo que lo que está detrás es dinero, muchos miles de millones de dólares cobrados a aquellos incautos y desesperados. Una de las grandes películas de este año, “The Master” de Paul Thomas Anderson cuenta una historia inspirada por ese hombre que un día dijo “el mejor negocio posible es tener una religión”.
La felicidad tiene un precio. La felicidad tiene, también, un límite.
Quizás, en lugar de ver la felicidad en cosas materiales –porque, en efecto, la felicidad ha sido relacionada, en el capitalismo de las democracias liberales, con la posesión de objetos– deberíamos –aunque ¿quién soy yo para dar consejos a nadie?– debería, mejor dicho, ver la verdadera felicidad en los fugaces momentos en que los niños abren sus ojos y con ellos dicen “te quiero”; en la tibia caricia, siempre acompañada de una palabra dulce, de mi compañera; en el plato de arroz con frijoles que me espera en la vuelta a casa; en el increíble momento en que la campana y el bongó se combinan al empezar un pregón; en el recuerdo de mi abuelo y de mi padre; en la memoria de los otros fugaces momentos felices… en fin.
Este es mi último programa de la segunda temporada de TAN LEJOS TAN CERCA. He escogido canciones muy extrovertidas para este día. Durante Enero y Febrero, presentaré “Lo mejor de TAN LEJOS TAN CERCA”: una selección de excelentes programas de este año que termina. El miércoles 5 de Marzo de 2014 arranca una nueva temporada, la tercera, con nuevos programas. ¡Felicidades!
Ismael Rivera, Soy feliz
Willie Colón y Rubén Blades, Yo puedo vivir del amor
Yuri Buenaventura, Tu canción
Tipica 73, Muriéndome de la risa
Tito Puente and His Orchestra, Mambo Gozón
Orquesta Original de Manzanillo, Comenzó la fiesta
Rafael Cortijo y su Combo, Alegría y Bombo
Har You Percussion Group, Welcome to the Party
Habana Abierta, Siempre Happy
Michel Camilo, Overjoyed
Mngo Santamaría, Happy Now
Jimmy Haslip, Los Feliz
Este capítulo de TAN LEJOS TAN CERCA se emite este VIERNES 27 DE DICIEMBRE, de 12:30 a 14:00 (hora de Ecuador); 17:30 a 19:00 (GMT); por Distrito FM 102.9 y en este mismo sitio web se puede escuchar en vivo, diferido, a cualquier hora después de su primera emisión, así como todos los programas anteriores. Este programa ha sido previamente grabado. Imagen: “99 Idol Series: No. 73” Yue Minjun.