Episodio 78: La novena de Beethoven

PROGRAMA DE RADIO EMITIDO EL JUEVES 16 DE MAYO DE 2024. ESCÚCHELO AQUÍ:

Cuando leí en el diario que la novena sinfonía de Beethoven cumplió, hace pocos días, 200 años de su estreno, me pregunté qué hace que una obra musical pueda ser trascendente por tanto tiempo. Hay muchas respuestas para eso, pero una buena respuesta me la dio Frederick Stock, el director de la Orquesta Sinfónica de Chicago: “es que la novena de Beethoven está dedicada a toda la Humanidad. Abarca todas las fases de la emoción humana, es monumental en alcance y contorno, es colosal en su comprensión intelectual y elocuencia emocional”.

Al parecer hay un consenso entre los entendidos en música académica, en el sentido de que la novena se erige hoy como la más grande de todas las sinfonías. Y si se ha mantenido 200 años siendo escuchada por millones de personas, algo de razón deben tener. Su música ha sido replicada en obras teatrales, coreografías de danza y en varias películas importantes de la historia. Su parte coral es cantada en onomásticos y efemérides: la “Oda a la alegría” es una de las melodías más universales de todos los tiempos.  

Su estreno se dio en Viena, donde Ludwig van Beethoven vivía. El compositor alemán tenía 53 años y estaba completamente sordo. La compuso como una pieza optimista, en vista de que el mundo estaba, en aquel momento, brutalmente dividido y amenazado. Él quiso estrenarla en Berlín, pero la aristocracia vienesa no se lo permitió. Beethoven no había aparecido en público en doce años. Su salud era pobre y vivía ajustadamente con las rentas de sus anteriores obras. El día del estreno, el 7 de mayo de 1824, Beethoven subió al escenario del Teatro Real, pero no condujo la obra. Se paró junto a otro director que lo hizo. La interpretación fue interrumpida varias veces por aplausos y muestras de júbilo. Beethoven tocó el cielo. Sin embargo, solo tres años después, enfermo de colapsos abdominales, murió. Más de 10 mil personas desfilaron en la procesión de su funeral.

A lo largo del tiempo, todos se han apropiado un poco de la novena de Beethoven. “Mi Beethoven no es tu Beethoven”, dirían Nietzsche y más tarde Mahler. Ya en el siglo XIX el historiador francés Edgar Quinet entendió la sinfonía como “la Marsellesa de la humanidad”. En 1927, en el centenario de la muerte de Beethoven, el gobernador de Nueva York proclamó al compositor como un “verdadero demócrata” y, al mismo tiempo, el líder del partido nazi, Alfred Rosenberg, como un “titán de los tiempos prehistóricos”.

Propagandas como estas le dan la razón al sociólogo y crítico Teodoro Adorno, quien creía que la sinfonía había sido distorsionada por el uso social. “Se ha interpretado que la novena ya no existe”, declaró en un tono similar el musicólogo Nicholas Cook. “Ha sido tragada por la ideología”. No es coincidencia que esta obra musical haya sido apropiada para diferentes aspiraciones políticas. Transmite una creencia –el potencial de la humanidad para crear un nuevo orden mundial por pura fuerza de voluntad– que ha hablado tan directamente a los fascistas como a los comunistas; a los religiosos como a los ateos.

En mi programa de hoy voy a presentar, en su integridad, los cuatro movimientos que conforman la sinfonía. De todas las magníficas interpretaciones disponibles, escogí una particularmente significativa y política: se trata de la puesta en escena por Leonard Bernstein el día de navidad de 1989, en Berlín, solo un mes y medio después de la revolución popular que echó abajo el muro de esa ciudad. Narra así, esta novena de Beethoven, la inauguración de un nuevo orden mundial que, como lo vemos todos los días, es demasiado parecido al viejo orden mundial, donde la injusticia campea, la violencia domina y la inteligencia escasea. El 2024 se parece, demasiado, al 1824.

  • Ludwig van Beethoven, Sinfonía 9, Op 125. Parte 1: Allegro; Parte 2: Scherzo; Parte 3: Adagio; Parte 4: Finale.  (Leonard Bernstein, Orquesta de Sinfónica de la Radio de Bavaria)