Hace un año exacto, el 8 de febrero de 2012, murió Luis Alberto Spinetta. Para quienes somos sus seguidores, la noticia llegó como si alguien cercano de la familia hubiera fallecido. Emilio y yo, viendo la portada a ocho columnas de la versión web del diario argentino “Página 12”, estupefactos, yo incontenible en el llanto, Emilio que empezaba desde ese minuto a poner a todo volumen uno de sus discos favoritos, “Los socios del desierto”. A esa hora de penumbra vino ya la revelación de celebrar su vida. De secar las lágrimas y de volver a escuchar sus discos, de dedicarle, como le dediqué en ese momento, dos programas llamados “Chau Luis”, que pueden ser escuchados AQUí. De escuchar las reacciones de todo el mundo de la música, y la certeza de que quien partía era, efectivamente, uno de los más grandes de todo el continente.
Luis Spinetta era un fino poeta, que en su lírica hablaba de, por un lado, una “eternidad imaginaria”, en donde lo telúrico y lo esencial convivían en medio de palabras profundas, sentimientos gloriosos, melancolía inescrutable. Las músicas con las que daba mil formas a sus canciones eran extrañamente complejas, ancladas en una cantidad de influencias que iban desde el más profundo blues del Delta del Mississippi, hasta músicas orquestales y, durante mucho tiempo, Charles Mingus y el jazz eléctrico. Todo, en su conjunto, hacía que su sonido sea netamente original. Spinetteano.
Lo más conmovedor de Spinetta era, en sincronía con poesía y música, su actitud frente a su propia música, y sobre todo frente a la vida. Era un ser cristalino y transparente, que no se conformaba ante nada, y siembre iba un poco más allá de las cosas que podían estar a su alcance. Hablaba, siempre, de la importancia de lo espiritual y lo sensorial por sobre lo material, sobre lo crucial de la solidaridad con otros menos favorecidos, de la importancia de la educación y del arte en la vida de las personas. Su voz era fina, parecía que se iba a romper. Era un genio.
Semejante personaje, atildado y adornado de tantas virtudes, dejó, pues, un legado que todavía no puede ser medido con precisión. Para quienes lo hemos seguido desde la infancia, su música y su actitud son una referencia, un ejemplo, un rol a seguir. Ser como él, como Luis, como ese gigante azul incorpóreo, que ahora es barro, tal vez; que ahora es solo estrella, rayo, flor.
En este programa me propongo recordarlo otra vez, a un año de su partida, con estos temas para ustedes:
Ludmila
Se convirtió en la noche (con los Socios del desierto)
Quedándote o yendote
Yo no puedo dar sombra
Sinfín
Mi elemento
Tu nombre sobre mi nombre
Cielo de ti
Perdido en ti
La espera
Veni Veni
Muchacha ojos de papel (Con Las bandas eternas)
Fina ropa blanca (Con Las bandas eternas)
Bajan (Con Pescado rabioso)
Barro tal vez
TAN LEJOS TAN CERCA se emite en vivo, de Lunes a Viernes, de 12:30 a 14:00 por Distrito FM, 102.9 en Quito, Ecuador. En este sitio web, en el menú superior, se puede escuchar el programa en vivo, via live streaming, y en diferido y los programas anteriores.
h3>Escuche aquí: Te extrañamos Luis!