“Porque la humanidad va en camino, en un planeta donde lo que fluye es permanente, y espejismo lo sedentario”
Laura Restrepo
El viaje –transportarse físicamente de un espacio a otro– no es la única forma de pasaje. Es verdad, el viajero –como el amante– sabe que la importancia está en el trayecto y no en el destino, sabe que el río no acaba en la orilla y que el mar se ve mejor en sus profundidades que en su epidermis.
Estos son tiempos en que el turismo ha hecho que los seres humanos pierdan la capacidad de asombro sobre esas “tierras extrañas”. Ahora sabemos que –a diferencia de los blancos ricos de los siglos diecinueve y veinte, que veían el viaje como una oportunidad de embeberse en más lujo y más lujuria– el viaje es sobretodo maldición por excelencia: Adán y Evan salen caminando del paraíso; Caín vagabundea por ahí; el holandés errante, el judío errante, prototipos de desengañados frequent travelers; o los millones de hermanos nuestros que se han sometido a la tortura de abandonar a sus familias para ser extranjeros en otro lugar. Ahora sabemos que, como dice Óscar Calavia, el viajero es un despojado; ahora queda claro que el extranjero es mal visto en cualquier lugar. Ahora, esos pasajes –palabra usada ahora, sobretodo, en la industria del transporte– me sirven de reflexión, más bien, sobre los pasajes internos de cada uno.
El viaje es esa gran metáfora que abarca mucho más. Hay un viaje interior, hay un viaje al más allá, y en el mundo de nuestros sueños hay un viaje a mundos anhelados y detestados, hay un viaje a los lugares en los que quisiéramos hacer querencia, y a los lugares de donde hemos salido brutalmente expulsados. En el viaje interior, los seres humanos de todos los confines han ideado formas para alcanzar el bienestar en el trayecto. Unos apegándose a diferentes niveles de conciencia –que incluyen las religiones y drogas–, otros entregándose completamente a cultivar su cuerpo –corriendo mil maratones y subiendo a cuanta montaña hay–, otros leyendo libros o escuchando música, otros simplemente existiendo, vegetando casi. Y para la mayoría, no hay otra posibilidad que arrancharle a la vida un alimento, una medicina, y en el mejor de los casos una escueta vivienda. El viaje interior puede ser una experiencia apasionante o extenuantemente aburrida, y también puede ser brutalmente cruel e injusta.
Está, siempre, el viaje al más allá. Ese momento todavía sin explicación en que se elimina para siempre de nuestro ser la palabra futuro. Ese momento culminante, ese viaje hacia el único destino que el hombre no ha podido revelar, pero que supone, con hidalgo optimismo, es un pasaje al infinito. Y antes, durante el viaje de la vida: el pasaje de bebe a niño, de niño a adolescente, de adolescente a adulto, de adulto a anciano. El pasaje de la añoranza al amor, el pasaje del movimiento a la evolución. El pasaje de ese hombre que cree haber llegado a un lugar, se ha echado a descansar, ha disfrutado de la situación, y otra vez ha vuelto a partir.
Estas canciones hablan de algunos de estos pasajes. Hablan de varios de estos viajes.
Mick Harvey, The Ticket Puncher
Charly García & Pedro Aznar, Pasajera en trance
Café Tacuba, Puntos cardinales
Beastie Boys, Transitions
Peter Gabriel, Across the River
Lou Reed, Cremation
Marion Williams, I Pity The Poor Immigrant
Josemi Carmona, De viaje
Niño Josele, La partida
Djavan, Passou
Rubén Blades y Seis del Solar, Caminos verdes
Daniela Mercury, De qualquer lugar
Afro Latin Vintage Orchestra, Oldskool Trip
Pat Metheny, Round Trip
Ernan Lopez Nussa, Ángeles de paso
Miguel Zenón & Laurent Coq, Traveler
Este capítulo de TAN LEJOS TAN CERCA fue emitido originalmente el 12 de septiembre de 2013. Se presenta una vez más este JUEVES 20 DE FEBRERO de 2014 de 12:30 a 14:00 por Distrito FM, 102.9 en Quito, Ecuador. Imagen: “Brennedes Schiff (Barco en llamas)” William Turner, 1830.