Cuando entra un niño, o casi niño –aturdido por ver tanta tele durante tanto tiempo– a un salón de clase del segundo grado, saca las armas automáticas que su madre pidió por internet, sin más requisito que una licencia de manejo y una tarjeta de crédito; cuando abre fuego y dispara a quemarropa, matando a 20 de ellos, y poniendo en jaque mental para el resto de la vida a cientos de otros niños; cuando eso pasa, es fácil darse cuenta del estado de descomposición, no solo del asesino, sino de toda una cultura, de toda una sociedad. Los Estados Unidos, América, como les gusta llamarse, arrogándose la composición de todo un continente, le ha dado al mundo algunas de las mejores cosas que existen. Aquí mismo disfrutamos casi todos los días de inigualable música norteamericana. Allí, sin embargo, la gente con poder –político y económico, sobre todo- se empeña en burlarse del fundamento mismo del que está hecho ese país. Ciegos de poder, entontecidos por el dinero, han hecho que su pueblo se debata entre la ignorancia y la impotencia. El viernes pasado, cuando ocurrió la matanza de Newtown, Connecticut, en los canales noticiosos del mundo se debatía la necesidad urgente del control de armas en Estados Unidos. En la cadena norteamericana Fox, en cambio, el debate era si el mal existe y si algunos seres humanos están poseídos por fuerzas malignas, diabólicas, que llevan a cometer actos como estos. Una vergüenza.
Sea como fuere, allí donde reina el espíritu de lucro en todo, siempre los más afectados, los más susceptibles, son los niños. Con las películas y los programas de televisión –en donde la matanza es común, como su fuera un acto natural de la vida–, con una educación dirigida al individualismo y no a la mutualidad, con una socialización en donde se tiene desconfianza de lo diferente, con una vida donde se vive con miedo, cosas como las que pasaron el viernes (y se repiten tan a menudo) son perfectamente posibles.
Al ver los rostros de los niños aterrados frente al descomunal evento, de sus padres desesperados tratando de encontrar a los sobrevivientes, uno piensa que las cosas han llegado demasiado lejos. En nuestro país, aunque las cosas no han pasado así, no debería sorprendernos que un día pase, en vista de que nos empeñamos a imitar en modo de vida norteamericano. Aquí mismo las televisiones envenenan el cerebro de la gente de una forma miserable. Los niños, siguen indefensos.
El programa de ayer y el de hoy se titulan «Para los niños». Como lo dije ayer, son músicas –algunas de ellas por lo menos– que hablan de la infancia y su inmaculada cualidad, de la inocencia y su abrumadora fuerza. Ahora que cada padre y cada madre ve las imágenes de la barbarie, hace de tripas corazón ante la violencia, solo se puede pensar en cómo hacer para que esto nunca más vuelva a pasar y, claro, querer y abrazar más a nuestros niños. La segunda y última parte de «Para los niños» tiene esta selección musical:
Dino Saluzzi / Anja Lechner / Felix Saluzzi, Ronda de niños en la montaña
Chico Buarque , Essa Pequena
Gilberto Gil, Chiquinho Azevedo
Gema y Pavel, Aixa
Silvio Rodríguez, Blancanieves
Tori Amos, I Don’t Like Mondays
Anthony and the Johnsons, You Are My Sister
The Beatles, I Follow the Sun
Nina Simone, Here Comes the Sun
Nina Simone, Little Girl Blue
MeShell Ndegeochello con Cody Chesnutt, To Be Young Gifted and Black
George Michael, My Baby Just Cares for Me
The Three Sounds, As
Stevie Wonder, Happy Birthday
The Jackson 5, My Cherie Amour
The Jackson 5, La La (Means I Love You)
Youssou N’Dour, Oh Boy
Horace Silver, Song for My Father
Dr Lonnie Smith, Paper Tiger
Sade, Morning Bird
Cliff Eberhard, My Father’s Shoes
Este capítulo de TAN LEJOS TAN CERCA, el número 235, se emite en vivo desde Radio Pública de Quito, en 102,9 FM, este Martes 18 de Diciembre de 2012, de 9 a 11 am (14 a 16 GMT), y puede ser escuchado AQUÍ, como todos los programas anteriores. Imagen: Niños sobrevivientes de la matanza en la escuela Sandy Hook de New Town, Estados Unidos. (Foto: de las agencias internacionales).