Se sorprendió el observador internacional promedio del mundo, y el burgués natural de Brasil cuando cientos de miles de personas tomaron la calle y de forma pacífica y poética, como suelen ser las tomas de las calles de los pueblos fuertes, y que empezaron a decir que algo, ahora, no anda bien en esas tierras tropicalistas. ¿Qué más quieren, si lo tienen casi todo? se preguntaban los que no ven, o no quieren ver. Y la perorata de macro-números arrancó: que el desempleo es bajo, que la inflación también; que la infraestructura creció, y que hay más dignidad que nunca. Tudo e verdade. Luego de la vergüenza de Collor de Mello y el pragmatismo liberal de Cardoso, los tiempos del Partido de los Trabajadores le dotaron a Brasil de cosas que antes solo hubiera podido soñar
Pero la brava gente brasileña, el pueblo de las clases medias y bajas, precisamente porque ahora alcanzaron cierto aplomo, sabe que la miseria continúa, y que la bajeza del capitalismo continúa, se vuelve agresivo, muta en mil formas; que la cultura de siglos de atraso, esclavitud y corrupción no se borran por más que genios como Lula o Dilma hagan todo el esfuerzo legítimo por mejorar; que hay aun –y tal vez más que nunca– una desigualdad que pega fuerte, una de unos pocos corporativos muy elegantes, enriquecidos más que nunca por el gran momento económico, manejando sus autos alemanes y sus bicicletas de lujo, conviviendo –a cien metros de distancia, como diría Gismonti– con una pobreza indecente, con una marginación dolorosa. Saben, sobre todo, los que salen a las calles y se hacen cientos de miles cada día, millones acaso, que los tentáculos de la vida del “libre mercado” aparecen a veces disfrazados de pueblo brasileño. En efecto, que Brasil organice los campeonatos mundiales de fútbol –el deporte que con el tiempo aprendieron a dominar y redefinir– era algo perfectamente justo y natural. Que Río de Janeiro sea nominado como próxima sede de los Juegos Olímpicos era de estricta justicia –nunca, en este continente sudamericano ese honor fue dado. Brasil tenía el legítimo orgullo de ser potencia; de ser algo que, otra vez, solo fue soñado.
El problema no es el orden y el progreso. El problema no queda en la gloria, o que falte tesón o sudor. El problema radica en la obscenidad e indolencia. En la bofetada de construir elefantes blancos, hoy llamados estadios de fútbol, a costos de vergüenza. El problema radica en obedecer –como Brasil obedecía antes al Banco Mundial– a otra institución igual o peor: la FIFA. El problema queda ubicado allí, en ese delicado punto llamado amor propio, que la brava gente brasileña sabe que consiste en una vida mejor, sin tanta miseria, y sin tanta fortuna de los pocos corporativos. El problema radica en que, quizás, el sistema liberal tocó fondo y ya no tiene razón de ser.
La brava gente brasileña es ya, como todos quienes tienen el coraje de decir las verdades en voz alta, materia de ejemplo. No importa que, ante la contundente razón que le define, unos cuantos improvisados e interesados en mantener sus grandes poderes políticos y económicos se les hayan unido. Corre demasiada sangre por los rostros de los brasileños como para dejarse, otra vez, engañar.
En este programa me propongo presentar a varios excelentes artistas brasileños, que cantan sobre su patria, sobre sus tropiezos y andaduras, sobre la verdadera esencia detrás de esa brava gente:
Dj Dolores + Fred 04 + Otto, et al, A cidade
Lenine, É Fogo
Tom Zé, Desafio
Ney Matogrosso, A cara do Brasil
Jorge Drexler, Fora da ordem
Chico Buarque, Vai passar
Maria Rita, O Homem falou
Gilberto Gil, A raça humana
Gilberto Gil & Capinan, Viramundo
Caetano Veloso, Um comunista
Ivan Lins & Terence Blanchard, Meu pais
Edu Lobo, Upa neguinho
Sergio Ricardo, A fabrica
Tamba Trio, Boranda
Luciana Souza, Lamento sertanejo / Maçä do rostro
Elis Regina, Os argonautas
Este capítulo de TAN LEJOS TAN CERCA se emite en vivo este LUNES 24 DE JUNIO, de 12:30 a 14:00 (hora de Ecuador); 17:30 a 19:00 (GMT); por Distrito FM 102.9 y en este mismo sitio web se puede escuchar en vivo, diferido, a cualquier hora después de su primera emisión, así como todos los programas anteriores. Imagen: Reuters, sin autorización.