Levantó la copa con sus manos octogenarias. Había terminado el apartheid, y el mundo occidental le premiaba otorgándole, a su país, la sede del que fueron los Campeonatos Mundiales de Fútbol de 2010. El mundo africano ya lo había erigido como el pionero de los caminos y los saberes. Era el patriarca de su país, el hombre por el cual todo y todos se rindieron: Nelson Mandela. Su historia es la del héroe casi martirizado por la injusticia, y la del gran triunfador de una causa fundamental para la vida de todo el mundo en el siglo veinte: el fin del racismo institucionalizado en la gran nación sudafricana.
En 1948 el partido de los blancos, los Afrikaneers, llegaron al poder e instituyeron el apartheid, que consistía nada menos en aplicar la segregación de los bienes y los servicios del estado. Sólo los blancos tendrían, de ahí en adelante, la posibilidad de comprar y vender, tendrían lugares exclusivos para ellos, tendrían derechos que los negros –la gran mayoría de la población– no tendrían. Es decir, casi lo mismo que pasaba en el resto del mundo, pero más cruel, más indecente, más brutal, más legitimado por leyes y encierros. Ahí fue cuando surgió la figura de Nelson Rolihlahla Mandela, estudiante de derecho, residente de Johanesburgo, fundador de las juventudes del partido opositor de los Afrikaneers, y estandarte del pueblo sudafricano: el Partido Nacional Africano. Desde 1952 fue líder opositor en su país, y abrazó con fuerza la causa de la libertad. Fue maltratado por el poder, fue encarcelado y sufrió varios intentos de asesinato. La verdad, para los oídos sordos y los ojos del odio, dolía demasiado.
El resto de la historia es conocida: los Estados Unidos y el Reino Unido apoyaron solapadamente a los Afrikaneers, pusieron a Mandela dentro de sus listas de terroristas a tener cuidado, y la guerra fría condenó al problema de Ciudad del Cabo, Soweto y toda Sudáfrica a ser un conflicto de baja intensidad. Mandela sobrevivió a 27 años, largos y dolorosos, encerrado entre las cuatro paredes de su prisión, y desde allí, arengaba al pueblo y a su vocación revolucionaria. Los libres del mundo abogaban por su liberación, y muchos países impusieron sanciones económicas y bloqueo comercial al gobierno racista. Insostenible ese régimen, Mandela salió en libertad en 1990, y con si gran sensibilidad política evitó la guerra civil en su país. Unificó a un país en pedazos, y en 1994 fue electo presidente de su país, el primero de raza negra en un país lleno de gente de raza negra. Su estatura como político, como símbolo de los derechos humanos y como líder de un pueblo pobre y dignificado es una de las más importantes de todo el siglo veinte.
Mandela está en vísperas de morir. Tiene 94 años, está postrado en un hospital. ¿Cómo rendirle con justicia el agradecimiento por su fortaleza y decoro? ¿Cómo poder expresar todo lo que él significa para los pueblos que luchan por levantarse de las opresiones? Cada uno tendrá su respuesta. La mía es, simplemente, hacer este programa de radio, lleno de músicas sobre él, sobre su país, sobre ser rebelde y sobre tener la valentía de luchar.
Vusi Mahlasela, When You Come Back
Salif Keita, Mandela
Ladysmith Black Mambazo, Ain’t No Sunshine
The Soweto Gospel Choir Pride (In The Name of Love)
Miriam Makeba & Jeremy Taylor, Piece of Ground
Abdullah Ibrahim, Liberation Dance (When Tarzán met the Freedom Fighter)
Gil Scott-Heron, Beginnings (This First Minute of a New Day)
Peter Gabriel, Biko
Hugh Masekela, Mama
Gilberto Gil, La renaissance africaine
Pablo Milanés, Nelson Mandela y sus dos amores
Ruben Blades y los Seis del Solar, Muévete
Este capítulo de TAN LEJOS TAN CERCA se emite en vivo este MIÉRCOLES 3 DE JULIO, de 12:30 a 14:00 (hora de Ecuador); 17:30 a 19:00 (GMT); por Distrito FM 102.9 y en este mismo sitio web se puede escuchar en vivo, diferido, a cualquier hora después de su primera emisión, así como todos los programas anteriores.