“Through savage progress cuts the jungle line”
Joni Mitchell
Durante la cuarentena obligada por la pandemia, los espacios públicos establecidos –parques, jardines, parterres y otros vergeles urbanos de Quito– no recibieron mantenimiento alguno. Cuando salimos, parcialmente, del encierro forzado, nos encontramos, al pasar por esos espacios, con un espectáculo nunca antes visto por estos ojos. Hierbas salvajes que llegaban a la cintura; especies florales invasoras que, en esos noventa días, se tomaron por asalto todo mobiliario urbano; buganvillas desenfrenadamente adheridas a muros y parapetos; juegos infantiles minimizados por el crecimiento imparable de malezas, malas hierbas y otras fragosidades; canchas de usos múltiples arruinadas por la acción de matorrales recién crecidos. En fin, el caos propio de la naturaleza, de la eliminación de esa frontera fina de la conquista de lo urbano y la selva propiamente dicha.
“Todo hecho monte” me dijo uno de los escasos usuarios del parque El Heraldo, en el límite entre el Batán y la Jipijapa, en el centro-norte de Quito. El panorama del alrededor, y en general de todos los espacios públicos por los que pasé, era de desolación y un cierto aspecto decadente.
Durante mis recorridos en bicicleta por muchos barrios, capturando un registro de los parques y jardines que rebosaban naturaleza, no dejaba de hacer la analogía entre ese aspecto de decadencia y el estado de las cosas –de todas las cosas– en el país y el mundo. Sin duda un momento grave, de profunda crisis a todo nivel, donde cualquier intento de ética ha sido sepultado, vencido, dominado por la desfachatez y la insolencia. Momento de líderes mundiales de la peor especie –Trump, Johnson, Putin, Bolsonaro y cuantos otros en tantas naciones y cantones. Momento, pues, con un potencial de ser parteaguas en la historia contemporánea, donde es sensato pensar que en el porvenir que nos espera habrá gravísimas fracturas. Las malezas y hierbas altas en los parques abandonados, el silencio profundo que emanaban esos espacios, ponían en evidencia el sentimiento de tensión y nerviosismo de estos tiempos inverosímiles.
Hoy no hay playlist, ni programa de radio con música. Hay estas fotos que muestran el registro de la desolación de los parques y jardines. Desolación y decadencia que han sentado el tono justo de mi propio talante en estos momentos, y quizás el de muchos más.






















