Chucho Valdés nació en cuna de oro. Aunque era negro –en una sociedad profundamente racista– y pobre –allí donde el pobre es nada–, su casa era la más importante de La Habana. Su padre, el pianista Bebo Valdés, no era el mejor pianista de Cuba, pero si el más influyente y el más amiguero. De modo que el pequeño Chucho recibió sus primeras lecciones de piano por parte de Lilí Martínez, el mejor pianista de toda la tradición afro-cubana de los años cincuenta. La percusión la aprendió de los rumberos de su vecindad, todos poseedores de los secretos del Africa primitiva. A los cinco años, Chucho era niño prodigio del piano. A los dieciseis formó su primera banda. Pero cuando Chucho tenía 18 años, su padre, Bebo, migró a Suecia. Chucho sin embargo, ya era un músico sólido, y creó, de su propia iniciativa dos de las más importantes experiencias musicales en la historia de su país.
En 1966 formó parte de la Orquesta de Música Moderna, un ensamble cuasi-experimental para la época: la banda tomaba elementos de la música de jazz norteamericano y la fusionaba con la música tradicional cubana. La formula, que ya había sido tratada con amplitud en Estados Unidos gracias a Dizzy Gillespie y otros, en Cuba era toda una novedad. Allí, todo lo americano era visto con sospecha. En 1973, Chucho fue más allá, creo la más innovadora y contundente de todas las agrupaciones de ese momento: Irakere.
En 1979 fue con Irakere a Nueva York, en una gira de intercambio cultural. Desde todas partes, músicos y melómanos llegaron para escuchar al «Ciclón del Caribe» y a su impresionante banda. De pronto todos en el mundo del jazz empezaron a hablar de Irakere y de su gigante lider. En su banda estaba Paquito D’Rivera y Arturo Sandoval, quienes al constatar el dulce olor del dinero abandonaron el grupo para crearse, para si mismos, excelentes carreras como solistas. En algún momento de los noventas, Chucho empezó a priorizar su acto como solista. Innumerables grabaciones y giras le construyeron una reputación de clase y excelencia. Con cada dísco, y esta es mi opinión, siento que Chucho Valdés logra hacer algo diferente. Su mano derecha es asertiva y segura, busca siempre un estado de animo, una pared de sonido. Su mano izquierda encuentra la clave y el fundamento afro-cubano. La combinación es un sonido único, inconfundible.
Este programa de radio, el número 132 de TAN LEJOS TAN CERCA está dedicado, en su integridad a la música de Chucho Valdés. Estos son los temas que seleccioné para la ocasión:
Anabis
New Orleans (For the Marsalis)
Neurosis
Un mundo raro, con Concha Buika
Negue, con Cesaria Evora
Indestructible, con Omara Portuondo
Antonio, con Pablo Milanés
Ai, Ai, Ai, Ai, Ai, con Irakere e Iván Lins
Claudia, con Irakere
El Duke, con Irakere
Mambo Influenciado
Mr. Bruce, con Roy Hargrove
Zawinul’s Mambo
A mi madre
Bebada
TAN LEJOS TAN CERCA, se emite en vivo de Lunes a Viernes de 9 a 11 am (14 a 16 GMT) por Radio Pública de Quito. AQUÍ se puede escuchar el programa en vivo, en diferido, y todos los programas anteriores.