Es difícil de aceptar, para quienes amamos la vasta y diversa cultura mexicana, que sus mejores exponentes musicales no hayan, necesariamente, llegado a ser conocidos fuera de sus fronteras. Primero fue el cine mexicano, que en su época de oro dictaminó los rumbos internacionales de la música de ese país. Dominaron las rancheras, en un arranque nacionalista sin parangón. Fueron los ejecutivos y productores de las películas mexicanas quienes ajustaron el gusto musical de toda América Latina. Para toda una generación, la música mexicana estuvo compuesta, meramente, de las grandes y pequeñas figuras de la música del Rancho Grande y apenas, y de modo bastante más periférico, de músicas románticas al estilo de Agustín Lara. Fuera de México, la música mexicana parecía ser bastante uniforme.
Luego fue, y de forma muy vergonzosa, la dictadura mediática de Emilio Azcárraga y su cadena de televisión, Televisa, el que, a su modo y con el ánimo de lucrar de la manera más sencilla, la que exportó una música –baladas románticas y grupos de quinceañeros, sobre todo– bastante americanizada, y que poco tenía que ver con las muchas y complejas músicas de todo México. “Siempre en Domingo”, conducido por un tipo bastante reaccionario, Raúl Velasco, nos introdujo a las Flans y a Christian Castro, y de pronto esa era la música mexicana. Otra vez, y a los ojos del mundo, había un dicotomía simplista en la huella mexicana: o se era folklórico, con los bailes veracruzanos y los corridos de Michoacán, o se era amante de los grupitos de “gueritos” que tanto nos restregaron Azcárraga y su esbirro Velasco.
Cuando, por fin, y mediante formas más alternativas de difusión, salieron hacia el mundo otros sonidos, otras bandas –sin duda más acordes con el sentir mexicano– como, de inicio, Botellita de Jerez y luego Caifanes, Maldita Vecindad y, más notablemente, Café Tacuba, miles de latinoamericanos nos dimos cuenta de lo que verdaderamente estaba hecho México, o por lo menos parte de él.
Los “Tacubos”, como sus fans les dicen de cariño, no solo irrumpieron con fuerza con una voz muy original, sino que, gracias a la gran calidad en sus canciones, nos permitieron ver una nueva manera de sentir y escuchar la música. Es francamente imposible determinar o asignarles un estilo. Ellos se nutren, con mucha vitalidad, de muchas fuentes e influencias. Está, claro, el Rock mexicano de las bandas pioneras, y están muchas músicas vernáculas de su país, y también se escucha la permanente presencia de otras músicas latinoamericanas. Como si todo esto fuera poco, la actitud de los miembros de este cuarteto es la de gente bastante pensante, que no necesita poses intelectuales para dejar en claro su riqueza. Amantes de la literatura –“Las Batallas” es una pequeña obra maestra, basada en otro libro también excelente–, de la cultura popular –“Chilanga Banda” es una sensacional interpretación en “coba” o “caliche” mexicano–, de la justicia política –permanentes opositores al poder, siempre en pocas manos en México–, ellos, finalmente, encarnan mucha de la complejidad de su país.
El programa de hoy estará totalmente dedicado a Café Tacuba, por iniciativa de mi amiga Daniela Game, y me imagino que es una ocasión especial, pues pocas horas más tarde, en esta misma ciudad de Quito, los “Tacubos” se presentarán en vivo para jolgorio de sus muchos fanáticos. Esta es la lista de temas seleccionados para este programa de radio:
Seguir Siendo
Tengo Todo
María
Chica Banda
No controles
Chilanga Banda
Amores perros
La locomotora
Mediodía
Ojalá que llueva café
Alarma de tos
Encantamiento
Puntos cardinales
El ciclón
Trópico de Cáncer
Lento
El espacio
El baile y el salón
Las batallas en el desierto
La muerte chiquita
Tirate
Madrugal
Perfidia
Dejate caer
Este capítulo de TAN LEJOS TAN CERCA se emite este Martes 4 de diciembre, de 9 a 11 am (14 a 16 GMT) por la Radio Pública de Quito. Se puede escuchar el programa, en vivo, vía Live Streaming AQUÍ. Y AQUÍ se puede escuchar el programa en diferido, y todos los programas anteriores.