Fui tildado de “comunista” por las huestes reaccionarias del quinto grado del colegio, cuando, ese año, expresé mi simpatía por el viejo conserje del establecimiento. Esa palabra, “comunista”, era en ese entonces, y me imagino que todavía, una especie de insulto. Mis tías abuelas se santiguaban con el mero hecho de escuchar la palabra, e imaginarse las abominables ideas de aquellos que, con las ideas importadas de China o la U.R.S.S., pretendían encarcelarnos a todos en un sórdido paisaje de leche racionada y uniformes verde-olivas.
Leí “El capital” y escuché “La internacional” en la adolescencia. El “socialismo democrático”, el ideario oficial de mi familia, me parecía tibio, laxo e insuficiente. Simpaticé con los trabajadores del primero de mayo, y también me horroricé cuando supe que “chinos” y “cabezones” se disputaban a piedrazo limpio el alma mater a la que me hubiera gustado asistir. Cuando cayó el muro de Berlín había cumplido los 18 años. El mundo unipolar y dirigido por gente de la calaña del Señor Bush padre no me parecía un mundo en el que valía la pena vivir. Consideré el suicidio. Otras causas –la miel del primer amor– me lo impidieron.
Conocí Cuba y me emocioné con el candor y con el mural socialista, estratégicamente ubicado al frente de la oficina de negocios de los Estados Unidos, en La Habana, que decía “Señores imperialistas: no les tenemos absolutamente ningún miedo”. Pero mi destino burgués estaba escrito: entre apagón y apagón, entre racionamiento y crisis, extrañaba la abundancia . “Desde una mesa repleta cualquiera decide aplaudir la caravana en harapos de todos los pobres / desde un mantel importado y un vino añejado se lucha muy bien / desde una casa gigante y un auto elegante se sufre también / en un amable festín se suele ver combatir” canta, con toda la razón del mundo, Silvio Rodríguez. Esa, parece ser la historia de este comunista de vergüenza.
El programa de radio de hoy no es una apología del comunismo. Ni siquiera es una reflexión sobre la música referente a ese objeto (¿se lo puede calificar de otra cosa?). Es apenas una colección de canciones sobre la idea, vaga y difusa, del proletariado, de la lucha de clases, de la esperanza, que estará por siempre presente, por más poética que parezca, de querer un día mejor para uno y para todos.
Femi Kuti & Mos Def, Do Your Best
DJ Dolores, Proletariado
Wynton Marsalis, Supercapitalism
Araukaria Kuintet, Ni chicha ni limoná
Herbie Hancock, The Times They are A’Changin’
Gonzalo Rubalcaba & New Cuban Quartet, El guerrillero
Billy Bragg, The Internationale
Billy Joel, Leningrad
The Sex Pistols, Anarchy in the UK
Rubén Blades, Himno de los olvidados
Silvio Rodríguez, Canción en harapos
Caetano Veloso, Um Comunista
Los Van Van, Mi son entero
Este programa se emite, en vivo, el JUEVES 21 DE FEBRERO, de 12:30 a 14:00 (17:30 – 19:00 GMT) por Distrito FM 102.9. No está disponible, hasta nuevo aviso, el servicio de transmisión en vivo por Internet. Se puede escuchar en este sitio web, sin embargo, en diferido, y todos los programas anteriores. Imagen: afiche de propaganda china, 1951.