Es allí, debajo del colchón, donde guardamos las cosas más preciadas: las cartas de los amores pasados, las fotos que no queremos que nadie más vea. Es allí, sobre el colchón, donde plasmamos nuestros deseos más intensos. Y en el velador que guarda la espalda de la cama, van los papeles de identidad, van las cosas que dicen quienes somos. Y en las paredes está la gráfica que más nos gusta, aquella que es especial -demasiado especial. Y del closet salen cosas nunca antes pensadas, valiosos recuerdos del pasado, y también la constatación, en la vestimenta que hemos de escoger, de nuestra palpable existencia.
El dormitorio es nuestro lugar más privado; es el lugar al que solo entran los nuestros. Los primeros meses de la vida de nuestros hijos, los incluimos en este, nuestro recinto particular. Pero cuando crecen, dice la regla occidental, debemos alejarlos, por su propio bien. Y cuando crecen aun más llegamos a casa solo para encontrar que saltan en nuestra cama de alegría, y que todo el dormitorio nuestro y el de ellos, está hecho “un desbarajuste”.
En nuestra infinita ignorancia burguesa, dejamos de reconocer que en el mundo hay millones de familias enteras que tienen como hogar solo una habitación; que en un espacio de cuatro por cuatro duermen, comen y malviven seis, siete y hasta más miembros de la misma familia; nos olvidamos a veces que aquellos que se fueron a la aventura de la migración compartían su “cama caliente” con otros como ellos, en la misma precariedad, en la misma nieve horrible de la distancia. Y no recordamos a nuestros antecesores, que en el mismo dormitorio donde dormían y comían, crían a sus animalitos como si fueran otro miembro de la familia.
Muchos tipos hay, pues, de dormitorios. Tantos como personas hay, o como familias. El peor es, claro, el que nos hace sentir incómodos. El que nos recuerda los malos momentos; el que se cae de viejo o el que nos enferma con su humedad. El mejor, en cualquier circunstancia, será el que nos acerque, en el descanso o la frenética actividad, a ser mejores o quizás, a tratar de ser, en la medida de lo posible, felices.
Las de hoy son canciones que hablan de ese habitáculo privado –a veces es en una casa, otras es solo su elemento principal, la cama, otras es la habitación impersonal de un hotel… en fin.
Sting, The Bed’s Too Big Without You
Caveman, My Room
Michael Stipe, L’Hotel
The Cure, Let’s Go to Bed
Charly García, Promesas sobre el bidet
Marisa Monte, Da noite na cama
Buika, La noche más larga
Silvio Rodríguez, Sueño de una noche de verano
Ron Carter, Quarto azul
The Beatles, She’s Leaving Home
John Lennon, I’m Losing You
Tina Turner, Private Dancer
Lou Reed, Dreamin’
Este capítulo de TAN LEJOS TAN CERCA se emite en vivo este MIÉRCOLES 12 DE JUNIO, de 12:30 a 14:00 (hora de Ecuador); 17:30 a 19:00 (GMT); por Distrito FM 102.9 y en este mismo sitio web se puede escuchar en vivo, diferido, a cualquier hora después de su primera emisión, así como todos los programas anteriores. Imagen: «Slaapkamer te Arles», Vincent Van Gogh, 1888.