Apenas tenía doce años cuando tocó el concierto “Coronación”, para piano, de Mozart, junto con la Orquesta Sinfónica de Chicago, su ciudad natal. La coronación, sin embargo, para él, estaba mucho más lejos, en una vida dedicada a dotar de energías renovadoras a todo aquello que él vislumbró e hizo realidad. Sí, como los grandes pianistas de su generación –Keith Jarrett y Chick Corea–, Herbie Hancock era niño prodigio y empezó tocando los clásicos. Por alguna extraña razón, cuando su adolescencia terminó, optó por dejar la música y dedicarse a la ingeniería. Ventajosamente para todo el planeta, Hancock reconoció pronto su vocación.
Su primer trabajo estable fue con la banda del trompetista Donald Byrd. Con él, se mudo a Nueva York, y Hancock allí tomó en serio su vida musical. En 1962, a los veintidós años realizó un primer álbum en solitario, apropiadamente llamado “Takin’ Off”, para Blue Note Records. El álbum incluía un tema, llamado «Watermelon Man». Un día, cuando fue contratado por el conguero cubano Mongo Santamaría para un show en un bar, Hancock mostró la pieza a Santamaría. El cubano la grabó pronto y el tema se convertiría en un éxito sin precedentes en el jazz afro-cubano de todos los tiempos. Al mismo tiempo, el trompetista Miles Davis escuchó los primeros esfuerzos de Hancock y lo contrató para su nuevo quinteto.
La historia está escrita: ese quinteto de Davis es uno de los más notables de toda la música moderna del siglo veinte, y estar allí significó para Hancock pasar, tempranamente, a la celebridad total. Inquieto, sin embargo, dejó el quinteto de Davis para continuar su vida como líder de sus propias agrupaciones. Algunos paradigmas estaban todavía por enunciarse; algunos mitos debían todavía ser destruidos.
Los setentas fueron su momento de experimentación. Influenciado por su mentor principal, Miles Davis, y su álbum “Bitches Brew”, Herbie Hancock se metió de lleno en lo que se llegaría a llamar “Jazz-Rock”. Dejó el piano transitoriamente, tomó los teclados sintetizados y creo “Head Hunters”, una banda fuertemente fusionada. Es más, “Head Hunters” se convirtió, junto con “Weather Report” de su colega y amigo Wayne Shorter, el sinónimo del término “fusión”. Y básicamente eso es lo que ha venido haciendo el resto de la vida, fusionando el jazz con otras experiencias muy diferentes. Lo ha hecho sin caer en la trampa de la música fácil, lo ha hecho metiéndose totalmente en cada una de las cosas que hizo, en cada uno de los aspectos musicales que topó. Lo hizo con gran esfuerzo, como suele pasar con todo lo bueno que existe.
Hoy Herbie Hancock es el alto apóstol de la música americana. Como casi nadie ha sabido expresar la complejidad y la riqueza de la tradición musical de su país. No ha tenido miedo del cambio, y ha asumido su propia mutación como un fenómeno natural.
En esta segunda y última parte de este especial sobre Hancock, voy a presentar algunas de sus grandes composiciones jazzísticas; es decir sus contribuciones más importantes a un arte y a una tradición, que sin su influjo, distarían mucho de ser lo que son ahora.
Herbie Hancock, Cantaloupe Island
Herbie Hancock, Blind Man Blind Man
Herbie Hancock, Maiden Voyage
Chick Corea & Herbie Hancock, Ostinato (de Mikrocosmos for Two Pianos, Four Hands)
Miles Davis , Madness
Herbie Hancock, Rock It
Herbie Hancock, Magic Number
Head Hunters, Watermelon Man
Herbie Hancock, Mercy Street
Herbie Hancock, The Eye of The Hurricane
Herbie Hancock, My Man’s Gone Now
Este capítulo de TAN LEJOS TAN CERCA se emite en vivo este VIERNES 4 DE OCTUBRE, de 12:30 a 14:00 (hora de Ecuador); 17:30 a 19:00 (GMT); por Distrito FM 102.9 y en este mismo sitio web se puede escuchar en vivo, diferido, a cualquier hora después de su primera emisión, así como todos los programas anteriores.