Como el río sabe que terminará en el mar, y como la lluvia sabe que será orilla, el niño sabe que se hará grande. Verá terminar su infancia, y con ella verá terminar su inocencia. Constatará que el pasado es el pasado, el presente no existe y solo queda el futuro. ¿Sabrá exactamente, aquel niño que se hace adolescente, que en el mundo hay demasiada belleza y demasiada injusticia? ¿Sabrá que en cada cosa hay una cadena de eventos que la hicieron posible? ¿Querrá saber que detrás de cada uno de esos eventos hubo algo o alguien que tuvo que sobreponerse sobre otros? ¿Querrá enterarse de la mentira y de la guerra; de la patraña y la violencia? Por lo pronto, ese niño preguntará y más vale que pregunte a las personas correctas. Preguntará y obtendrá respuestas, y experimentará y caerá. Y deberá levantarse. Deberá ser él. Y sus padres, sobrecogidos, entenderán las leyes de la existencia.
Mientras veía a Emilio, de casi 10 años, caminar con otra actitud, desenvolverse en las cosas de su vida con otro talante; mientras lo veía teclear la computadora con cierta destreza, mientras lo veía entonar en su guitarra el “Omaggio a Prokofiev”, me pareció de pronto que el tiempo había marcado su rigor. No importa cuantas miles de horas le he observado y he estado junto a él hasta el punto de la obsesión; no importa que cada una de esas horas hayan trabajadas, intensas y obsecuentes, sentí que de pronto, como por obra y gracia de una extraña evocación, él pasó de ser un bebé que salía de las entrañas de su madre a lo que es el día de hoy, y todo pasó demasiado rápido. Es esa la vocación del tiempo: engañar. Es esa la condición de la vida: crecer.
Recuerdo ahora, también, el día en que vi por primera vez el bellísimo filme de Louis Malle llamado “Au Revoir les Enfants” (Adiós, niños) de 1986. Yo mismo me encontraba en pleno cambio de niño a hombre, y la historia de aquellos muchachos de mi misma edad que se encontraron enfrascados en plena guerra, era el gran ejemplo de que cuando uno crece, crece también la conciencia del mundo y el destino que nos ha tocado vivir. Vi muchos otros filmes de Malle, y ninguno caló tanto en mi conciencia como aquel. Vi otros filmes sobre la adolescencia, y ninguno me conmocionó tanto sobre esa historia que habla de la condición del cambio, del abandono de la inocencia, de la genuina esperanza que de que esos años, los de la infancia, deberían ser recordados, en la vejez, con amor.
Este programa presenta músicas sobre crecer, sobre viajar desde la infancia hacia el futuro; son canciones sobre darse cuenta que el mundo es como es; son canciones sobre el fin de la inocencia.
Arcade Fire, Wake Up
Tom Waits, Midnight Lullaby
The Beatles, Hey Jude
Pink Floyd, Mother
Carolina Chocolate Drops, Leaving Eden
Tribalistas, Velha Infancia
Stan Gets & Luiz Bonfa, Menina Flor
Herbie Hancock & Annie Lennox, Hush, Hush, Hush
Eric Clapton, Let It Grow
Jaime Roos, Adiós Juventud
Alfredo Zitarrosa, Niña Huichola
Petro Luis Ferrer, Romance de la Niña Mala
Chucho Valdés, Niño
Cachao, Avance Juvenil
Steve Turre, Inocencia
Este capítulo de TAN LEJOS TAN CERCA se emite en vivo este LUNES 7 DE OCTUBRE, de 12:30 a 14:00 (hora de Ecuador); 17:30 a 19:00 (GMT); por Distrito FM 102.9 y en este mismo sitio web se puede escuchar en vivo, diferido, a cualquier hora después de su primera emisión, así como todos los programas anteriores. Imagen: fotograma del film “Au Revoir Les Enfants”, Louis Malle.