21 DE NOVIEMBRE: ATAHUALPA YUPANQUI

DonATA copia

El rostro de Atahualpa Yupanqui parece tallado en piedra. Su voz parece venir a través de vientos inmemoriales. Su canto parece ser el de un río que jamás dejó de cantar. Toda su obra tiene que ver con la tierra, con la naturaleza –a veces infranqueable, a veces amigable– y con aquellos que la habitan y la trabajan. Atahualpa Yupanqui es la voz de quienes no tienen voz. Es la conciencia de quienes saben que la suya ha sido arrebatada. Atahualpa Yupanqui siempre fue un refugio donde se preservaban cientos de años de tradición musical y poética. Es el custodio de esa tradición.

Montañas coloradas y desiertos llenos de cactus. Gauchos a caballo y kollas puros. Indios de raza guerrera y cóndores de altos vuelos. Alazanes de caminar cansado y guitarras bien afinadas. Adioses y bienvenidas. Ese era el mundo de Atahualpa Yupanqui. Ese mundo fue puesto en palabras y músicas y esas fueron palabras y canciones que nunca nadie las había escuchando antes de la forma en que Atahualpa Yupanqui las puso. Su folklore era un asunto de autenticidad, de ser verdadero al legado. Sin embargo, Atahualpa Yupanqui, como todos los grandes artistas del mundo, tomó ese legado y lo transformó en otra cosa, en algo único. Y aunque él repitiera mil veces –con toda esa humildad que le caracterizaba– que él solo repetía lo que sus maestros le enseñaron, está claro en la historia musical, de que nada, nunca, nadie, hizo lo que Atahualpa Yupanqui hizo. Suena tan simple, tan diáfano, y sin embargo nunca se ha podido replicar.

La biografía de Atahualpa Yupanqui señala que nació con el nombre de Héctor Roberto Chavero Aramburu, en un pequeño pueblo al norte de Buenos Aires, Argentina, a principios del siglo veinte. Temprano tomó el “palito” como el decía a su guitarra, a las guitarras. Sin embargo jugó tenis y boxeó y se hizo periodista. Fue improvisado maestro de escuela, tipógrafo, cronista, músico. Fue, desde pequeñas edades, un observador de la vida y de la naturaleza. Hubo un momento en que todo lo que hacía era tocar la guitarra y cantar. Allí nació la leyenda.

Cuando, muchos años después, se “entregó al silencio”, como él llamaba a la muerte, estaba claro de que Atahualpa Yupanqui, con centenas de canciones escritas e interpretadas, y con centenas de conciertos en todas partes del mundo, era el principal folklorista argentino de todos los tiempos. Bajo su magisterio se criaron todas las nuevas promociones de músicos tradicionales de su país, y él influenció también a todos los demás: trovadores y rockeros, jazzistas y músicos académicos. Y todavía, allá en la montaña o en la pampa, en el río o en cualquier lugar donde se reúnen gentes del campo a contarse su vida, está el vestigio de Atahualpa Yupanqui, vivo, como siempre.

En este programa de radio presentaré apenas unos pocos temas musicales de su impresionante magisterio.

La milonga perdida
Duerme negrito
El alazan
Zamba de Vargas
Cruz del sur
El ariero
Sarabanda
Caminito del Indio
El aromo
Hay lena que arde sin humo
La humilde
Preguntitas Sobre Dios, cantada por Víctor Jara
Piedra Y Camino, cantada por Juan Carlos Baglietto
Onases, el arbol, el rio, el hombre
La amorosa
Estudio de la gota de agua
Oración para Pérez Car

Este capítulo de TAN LEJOS TAN CERCA se emite en vivo este JUEVES 21 DE NOVIEMBRE, de 12:30 a 14:00 (hora de Ecuador); 17:30 a 19:00 (GMT); por Distrito FM 102.9 y en este mismo sitio web se puede escuchar en vivo, diferido, a cualquier hora después de su primera emisión, así como todos los programas anteriores. Imagen: “Don Ata” por Alvez.

Escuche aquí: Atahualpa Yupanqui  

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