Capítulo 21: Idealismo, acaso ingenuidad

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En el breve espacio entre Colombia y Perú, en el idílico país donde todo lo que necesitas es amor, después de años de crujir de dientes, de escándalos sucedidos todos los días, después de bravatas y ruido –mucho ruido– considero que hoy se vive un aire mejor. Unos aires de cierta libertad –hasta donde dan las sabanas– claro.

¿Es mi idea o la gente en la calle anda con menos prepotencia hacia el peatón o ciclista? ¿Hay menos tensión en el ambiente? ¿Hay menos enemigos en la red social? ¿Hay menos contaminación en las aguas que estaban putrefactas?

¿Será que ha terminado el invierno de nuestro descontento?

Mucho me temo que estoy siendo idealista, acaso ingenuo. Me temo que las peleas intestinas dentro del Partido Revolucionario Institucional versión mitad del mundo van para largo y que estas afectarán de alguna manera la vida nacional. Que Gabriela, Marcela y sus amigos no aceptan, ni aceptarán, que su jefe ya no es el jefe de todos y como les queda onzas de poder lo van a usar para despertarnos de la siesta. Que Jorge no va a aceptar que llevó y arranchó lo suficiente para 18 generaciones de sus vástagos y eso remorderá la conciencia nacional por sólo 17 días, que es la memoria histórica promedio en este breve espacio entre el Pacífico y la selva. Que en el aún más breve espacio de la buhardilla en Bruselas hay alguien con miedo y ese alguien está, también enfermo. Y como tiene kilos de poder va a usarlos y va a querer prolongar nuestro crujir de dientes y dilatar el invierno de nuestro descontento. Y va a querer seguir siendo lo que ya fue: conductor, regenerador, mesías, redentor. Algo en mi –recuerdos de que la historia es cíclica y es como un espiral irreversible– me dice que hay un Gran Ausente; otro Gran Ausente (el primero fue cinco veces presidente), y que ese va a querer volver. Y mi tranquilo sueño de verano se convierte en pesadilla. Mucho me temo que estoy siendo idealista, quizás ingenuo.

Pero, quizás, es mejor ser idealista –como Mahler por ejemplo– que escribió lo más bello en la época más turbulenta. Es mejor ver pasar este tiempo en que el sol está alto y las estrellas brillan. Pensar que los aires de cierta libertad de los que gozamos hoy me permiten decir estas palabras sin tener miedo de que alguien me imponga una multa de 10 salarios básicos. O simplemente pensar de que estamos pobres y en crisis, pero se dice a los cuatro vientos eso: que estamos pobres y en crisis, y eso no es un engaño.

Yo no voy a poner mi brazo al fuego por quien gobierna al Ecuador ahora. La política es cruel y yo quiero pensarme libre. Libre de otras penas y libre de mi. Agradezco, sí, que quien gobierna el Ecuador en estos momentos parece estar bastante más sano, por el momento, y que la discapacidad real radica en el cerebro de quien mora en la buhardilla de Bruselas, convirtiéndose en Hulk en cada tweet, dando verdadera pena y asco a cualquiera que ame realmente a este país.

Así es como las canciones de este, el capítulo 21 de Tan lejos tan cerca, son todas canciones idealistas (que no es lo mismo que optimistas). De quimeras acaso imposibles que si resultan, si se hacen realidad, son mieles deliciosas para cualquier paladar.

  • Adagietto (Sinfonía No. 5) – Gustav Mahler / Orquesta Simón Bolívar, dir. Gustavo Dudamel
  • Palhaco – Egberto Gismonti
  • Joana Francesa – Pedro Aznar / Ney Matogrosso
  • To Make You Feel My Love – Bob Dylan
  • Alma – Paolo Fresu / Omar Sosa
  • Stars – Bobby McFerrin / Yo-Yo Ma
  • A Woman Clothed with the Sun – John Zorn
  • Lascia ch’io pianga – Georg-Friederich Haendel

 

Este capítulo de TAN LEJOS TAN CERCA se emitirá en vivo el Miércoles 16 de agosto de 2017, desde las 18:30 hasta las 20:00 (GMT-5). Aquí se puede escuchar el programa en vivo desde este sitio web. Aquí se puede escuchar el programa en cualquier momento después de su emisión viva, y todos los programas anteriores.  Imagen: “Foolish Bird» de Yue MinJun.