Con la participación de Genoveva Mora Toral
Escuche aquí: Capítulo 44: De la (pequeña) escena
Me acerqué con intensidad al teatro y a la danza –a las artes escénicas en general– en 2015 y parte de 2016. Durante casi un año estuve trabajando en un proyecto de festival de artes escénicas que tendría lugar en la ciudad de Loja. Fui contratado por el Miniserio de Cultura y Patrimonio, para diseñar un festival que pueda ser importante para la gestión local de las artes y que sea relevante para los artistas escénicos ecuatorianos. Yo había organizado y curado festivales de cine y música, y me interesaba poder conocer a quienes hacen teatro y danza, sobre todo, en el país. Recorrí mucho del territorio viendo obras, conociendo a quienes las gestan. Vi de cerca el drama humano que provoca la falta de políticas públicas, la falta de apoyo, la falta de público. Vi una legión de muy talentosos artistas escénicos sin la menor posibilidad de montar sus obras. Vi que en muchos de ellos, la posibilidad de que se haga un festival escénico en Loja, dotado de un presupuesto importante, era esperanzador.
El festival de Loja fue una imposición, un antojo del expresidente Correa. Mandó a construir un teatro –fastuoso– que terminó costando el doble de lo que se presupuestó y fue terminado cuatro años después de los planes iniciales. El festival debía ser el evento inaugural de dicho teatro. Fui a Loja muchas veces, y junto con Melanie Bizet, estudiamos intensivamente las necesidades y expectativas que allí se habían planteado en relación al festival. Juntos, diseñamos un festival que lo que pretendía era dar el protagonismo total a los colectivos y agrupaciones locales y nacionales, a través de eventos y experiencias formativas. Se nos ocurría que era mucho más interesante, en lugar de contratar a super-grupos extranjeros carísimos para que se presenten una función en el lujoso teatro, contar más bien con un cuerpo internacional y nacional de maestros de muchos oficios de las artes escénicas –dramaturgos, directores escénicos, directores actorales, tramoyistas, iluminadores, sonidistas, vestuaristas– y hacer que el festival sea uno de talleres y residencias artísticas de varias semanas de duración. Así, los artistas locales podrían tener una experiencia duradera y podrían alimentar, con sus obras ya trabajadas, al festival. Eso era lo que quería la gente, según los estudios que hicimos. Querían que la gente del teatro y la danza se apropiara del festival, y que no sea solo un capricho presidencial. Querían que un evento como este siente las políticas culturales, que necesariamente tienen que ver con formación de artistas y de públicos.
Éramos, Melanie y yo, bastante ingenuos. Porque cuando el expresidente vio que el festival no contaría con la suficiente rimbombancia, artificios y bambalinas, puso el grito en el cielo, en su estilo muy característico, decidió hacer otra cosa. Encargó el festival a Patricio Vallejo –excelente dramaturgo y gestor del teatro– que hizo un festival con grupos teatrales internacionales carísimos, con una selección de obras nacionales (yo mismo fui parte de ese comité, al que accedí por simpatía con Vallejo), con un par de talleres, y con mucho público. Lo consideraron un éxito. Un festival moderno ajustado a lo que se suele hacer en estos casos. (No fue poco lo que pudo hacer Vallejo en tan poco tiempo). La idea de hacer un festival contemporáneo, lleno de proyectos de formación, de residencias, de centrar la programación en los artistas locales y nacionales, no fue retomado.
La escena de los escénicos es pequeña en el Ecuador. Hay muy poco de todo y lo poco que hay, con notables excepciones, es de baja calidad. Hay, sin embargo, una luz: hay colectivos, sobre todo en Quito, que están haciendo un excelente trabajo para revertir esa situación. Son colectivos que luchan, con cierta organización, por mejores oportunidades y por dignificar el trabajo de los escénicos, que como he narrado, es indigno.
Para este programa de radio voy a hacer dos cosas: voy a invitar a Genoveva Mora Toral, quien por muchos años ha dirigido el único medio serio dedicado a las artes escénicas: «El Apuntador». Allí, la crítica escénica reina. Es un medio de reflexión y de agudo pensamiento. «El Apuntador» es un excelente proyecto editorial. Con ella hablaremos de la revista, de la importancia de la reflexión, y también del estado de las artes escénicas en el país.
Otra cosa que voy a hacer es colocar excelente música de muchos lugares del mundo, toda relacionada con las artes escénicas. Es esta:
- The Show Must Go On – Leo Sayer
- Take a Bow – Madonna
- Romeo and Juliet – Dire Straits
- Modern Dance – Lou Reed
- Theatre By the Sea – Janek Gwizdala
- Scenes D’infants – Carles Benavent
- Escenas mudas – Horacio Salinas
- Choral Number 1 – Ryuichi Sakamoto
- Choral Number 2 – Ryuichi Sakamoto
- Solo Dancer – Charlie Mingus
- Shakespeare – DJ Dolores
Este capítulo de TAN LEJOS TAN CERCA se emitirá el martes 19 de septiembre de 2017, desde las 18:30 hasta las 19h50 (GMT-5). Aquí se puede escuchar el programa en vivo desde este sitio web. Aquí se puede escuchar el programa en cualquier momento después de su emisión viva, y todos los programas anteriores. Imagen: La actriz Siromani Añazco ensaya en el antiguo teatro Bolívar de Loja, 2016.