Capítulo 110: Repensando el turismo

Escuche aquí: Capítulo 110: Repensando el futuro

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Como turismo, inventó el abismo, 
la desilusión.
Tocó el diamante, y lo volvió carbón,
y al atorrante lo sembró en la administración. 

“La desilusión”, SRD

Otro de los factores que hará que la tierra sea invivible en (relativamente) poco tiempo es el turismo insensato. Sí: esa actividad, que tanto es impulsada por estados y gobiernos, ese ensueño estupendo que no solo hace que las personas conozcan las maravillas construidas por el hombre y por la naturaleza, esa “industria sin chimeneas” que tantos empleos crea y tantas divisas de moneda dura proporciona, terminará contribuyendo con la destrucción de esas maravillas. Además lo hará –ya lo está haciendo– con las vidas y culturas de las comunidades frágiles, y con el calentamiento climático ya que, en su gran parte, no es sostenible.

Estados como el ecuatoriano se esmeran por tener más turistas. La compulsiva participación de las ciudades en los premios a “mejores destinos turísticos”, las campañas publicitarias millonarias que presentan al Ecuador como ese paraíso terrenal donde todo es prodigioso, tienen como objetivo asegurar más turistas y más dinero. Han fracasado rotundamente. Sólo el 2% del PIB corresponde al turismo (el promedio mundial es 11 por ciento), y de ese porcentaje ecuatoriano, la gran mayoría se produce por turismo interno. Es decir acá no viene casi nadie. A una ciudad como Quito, que se trata de vender como la última cocacola del desierto, vienen apenas los turistas de paso a Galápagos. Máximo están un día acá y para colmo les llevan a conocer la nunca tan sórdida Mitad del Mundo.

Mi amiga Gabriela Eljuri ha dado en el clavo cuando pregunta: “¿no será de hacer un alto en la carrera de las ciudades por premios y reconocimientos? Estos «reconocimientos», en diferentes ciudades latinoamericanas, se vuelven estrategias de propaganda que maquillan la ineficiencia en la generación de políticas públicas y, lo que es peor, sin beneficio de inventario sobre sus impactos en el tejido urbano”. Su comentario me ha hecho pensar varias cosas: ¿cuáles son los intereses de los célebres World Travel Awards, que tan generosamente entrega a los funcionarios del turismo tantos trofeos? ¿cuáles son las políticas municipales para que el poco billete del turismo no se quede en las pocas manos de los grandes empresarios del turismo? ¿porqué hay tantos cambios en las campañas turísticas? (a propósito de lo vergonzoso que resulta el último logo creado por los genios del marketing del municipio quiteño)… etcétera.

Confieso que no soy muy amigo del turismo. Siempre me ha parecido que es una actividad que cuando no es sustentable (o sea casi siempre) produce ciudadanos de primera y de segunda. El turismo está destruyendo el encanto de muchos sitios, la forma de vida de muchos pueblos. Desvirtúa la realidad, convierte a ciudades en escaparates donde se esconde el polvo debajo de la alfombra. Encarece la vida para los locales. Esconde cosas que son evidentes. Convierte en postales lugares y comunidades que son complejas.

Ver un grupo de turistas, ataviados de cámaras y palos de selfies, recorriendo el centro de Quito, sorteando los vendedores ambulantes que tratan mantener a sus familias como pueden, sorteando las montañas de basura que el municipio no recoge, intoxicándose con la verdura mal lavada de la picantería de la esquina, me recuerda al grupo de turistas japoneses, ataviados de cámaras y palos de selfies, recorriendo la capilla Sixtina o el museo del Louvre, cual si fueran ganado que va de una pastura a otra, viendo de reojo al Miguel Ángel, olvidando que antes vieron al Van Gogh. Me parece una situación que raya en lo humillante.

Quizás, después de todo, es muy bueno que acá no quiera venir nadie. Ya ven como está Barcelona o Venecia, donde los locales se manifiestan todos los días en contra del turismo. Como dicen unos amigos catalanes con sentido: “fuera los turistas; bienvenidos los refugiados”.

Viajar, sin embargo, sigue siendo una de las mejores cosas que la vida puede ofrecernos, cuando esto se produce porque puedes y quieres. Y si puedes y quieres, mejor salirse del circuito turístico, mejor conocer de cerca a las personas y las cosas, porque ser viajero no es lo mismo que ser turista.

Hoy he seleccionado excelente música de muchos lugares. Todas hablan de tener que ser o soportar el turismo; de viajar ligero o con peso… y voy a conversar con mi amigo Dominic Hamilton, miembro del grupo comunicacional que produce la revista de viajes Ñan –una de las mejores que hay en el continente seguramente– que tiene una visión diferente de la mía, y que es, por supuesto, digna de expresar.

  • Us – Regina Spektor
  • Everybody’s Coming to My House – David Byrne
  • Doing the Right Thing – David Byrne
  • Tropicalia – Beck
  • Turbulent Indigo – Joni Mitchell
  • Tourista – Youssou N’Dour
  • The Tourist – Mala
  • Tourist Trap – Brazilian Girls
  • Viajei – Vitor Ramil
  • God Save the Queen – Sex Pistols
  • Hong King Garden – Siouxie and the Banshees
  • My Dark Life – Elvis Costello
  • Indistrial Disease – Dire Straits
  • Shopping for Girls – Tin Machine
  • Im Ready / She Came Traveling – Imani Uzuri
  • The Tourist – Gonzales
  • Traveler – Miguel Zenón & Laurent Coq
  • De viaje – Josemi Cardona
  • La desilusión – Silvio Rodríguez
  • Marucha la jinetera – Pedro Luis Ferrer

Este capítulo de Tan lejos tan cerca se emite desde Radio Pichincha Universal, 95.3 FM en Quito, el Sábado 22 de septiembre de 2018, de 10 a 12 del día.

En este sitio web se puede escuchar, a partir de ese momento, siempre.

Foto: RB.