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Ultra-conservador es lo mismo que ultra-liberal, hoy en el tiempo en que todo tiene su lugar y cada cosa tiene su nombre. Antes, liberales y conservadores eran figuras políticas opuestas, grandes guerras en el continente se libraron y mucha sangre corrió por esa antipatía. Hoy, a la luz de los nuevos tiempos, el liberal es el que toda la vida fue conservador.
Los nombres son importantes: “comunista” no era, pues, solamente una descripción de alguien que profesaba cierta inclinación de izquierdas, era también un insulto. “Indio”, “negro”, “cholo”, igual. Hoy los epítetos, los adjetivos, las calificaciones son parte del juego de la red social: los patriarcas señalan a las feministas como “feminazi”; aquellos que sueñan son “ilusos”; los que trabajan para alguien son “títeres”; los simpatizantes del régimen anterior son “borregos” o “sanducheros”; los que simpatizan con el actual son “serviles” o “frijoleros”. En el mundo donde todos son felices, el Facebook, todos somos extraordinarios activistas de las causas más nombres. En el mundo donde todos somos guapos, el Instagram, somos escrupulosos y estetas. En el mundo donde todos estamos cabreados, el Twitter, lanzar estiércol con turbina es tarea diaria. Y así, la vida pasa, con demasiados nombres y etiquetas, con demasiado prejuicio, con demasiado asco por el prójimo, y sobre todo, con demasiados sabios prestos a dar las más variopintas lecciones, casi todas de profunda rudeza.
Son tiempos de encasillar: la intelectual arropada de seriedad; el burócrata que lo entorpece todo; el rockero quemeimportista; la liberada tildada de meretriz; el empresario de corrupto; el deportista de iletrado; el artista de críptico; el militante de extremista; el pobre de ratero; el indígena de sucio y el negro de vago. Son tiempos donde la banderola te hace, donde la idea te condena, donde la actitud te censura. Son tiempos extraños estos, donde la murmuración te determina. Donde eres culpable hasta que se pruebe lo contrario.
En este programa de radio –el primero que hago en 23 años que no será transmitido por las ondas hertzianas de la radio, sino en el poderoso universo del éter– voy a ensayar con una lista de canciones muy diferentes las unas de las otras y que cuestionan la “catalogación” o el “encasillamiento”. Música, pues, muy libre que habla de ser quien uno es, así nomás, con nombre y rostro. Canciones sobre la imposibilidad humana de ser una sola cosa, sino muchas al mismo tiempo.
- Just Call Me Nige – Brad Mehldau / Mark Guiliana
- Before – Christian Scott aTunde Adjuah
- Something – Snarky Puppy feat. Lalah Hathaway
- Sometimes – Erykah Badu
- Boxes and Squares – Tank and the Bangas
- Names – Cat Power
- What’s Going On – Etta James
- Slave to the Rhythm – Grace Jones
- Faces and Names – Lou Reed & John Cale
- You Can Call Me Al – Paul Simon
- Esto no tiene nombre – Ernán López Nussa
- Aquí y allá – Mark Ribot y los Cubanos Postizos
- Nada soy – Eva Ayllón
- Identidad – Issac Delgado
- Soy todo – Los Van Van
- Yo soy – Yuri Buenaventura
Suelo numerar cada programa. He pensado que de esa manera, le doy una catalogación –vaya ironía– o una identidad a cada uno de ellos. Terminé mis programas en Radio Pichincha con el programa 133. Antes, en la Radio Pública de Quito, desde 2012 hasta 2014 hice 511 programas. Y antes, en Radio La Luna, desde Noviembre de 1996 hasta Febrero de 2000, hice 672 programas de radio. Digamos, entonces, que este que les estoy presentando hoy, sumando todos los anteriores, es el 1317. Mil trescientos diecisiete. Así que ahí vamos.
Este programa fue producido en Quito, Ecuador, del 12 al 15 de abril de 2019. Gracias a Rem Arc Licence, por los audios de las pausas, a Leo Salas, principal patrocinador técnico de este programa, a Matilde y Leonor por la voz. Gracias especiales a Estefanía Peñafiel Loayza, por la imagen de portada.