Tiempo, tiempo, tiempo…
Nacimos mientras a pocos kilómetros se tiraban balas para un golpe de estado; el gran ausente cayó en su quinto velasquismo. Había que asegurar el petróleo para la oligarquía (cosa que –dicho sea de paso– perfectamente se hubiera podido hacer con “El Loco” a bordo).
La vuelta a la democracia no cambió la tensión. Cuando mataron al hijo de Rubén Hermann, las cámaras del canal 8 captaron el crimen, adelantándose 40 años al tiempo en que todo sería filmado. Tiempo, tiempo, tiempo… viviendo entre la espada y la pared, entre el hambre y las ganas de comer, los años formativos pasaron a ser testigos de la violencia extrema: los socialcristianos en el poder acribillaron a unos cuantos: inocentes y culpables. Instauraron la política del terror: “a la subversión hay que matarla como al pavo… en la víspera” dijo el gordo Torbay. La pistola era la mejor amiga del insolente recadero de la oligarquía, y pronto vino el primer levantamiento indígena.
Vistos los hechos ahora, ese Inti Raymi de 1990, la fecha del primer gran levantamiento indígena, fue apenas el primer grito de una historia que, en estos días, ha resonado con enorme furia y rabia. Vinieron los tiempos de más neoliberalismo, de la venta indiscriminada de los activos, y como consecuencia de aquello –y de otras atrocidades– se vino la quiebra del Ecuador. Allí estaba la ciudadanía –a veces muchos, a veces pocos–; allí estaba la turbamulta, el pueblo indignado, las amas de casa con las ollas vacías, los abuelos rompiendo puertas de los bancos cerrados, ellos, todos ellos, precipitaron a Bucaram Ortiz, Mahuad Witt y Gutiérrez Borbúa, en una sucesiva ráfaga de dignidad y participación, que era la respuesta al flagelo y la cleptocracia. Y el tiempo era cruel… viviendo entre la protesta y la indignación, crecíamos más y nos reproducíamos, soñando que el futuro, el tiempo, le sea leve a nuestra descendencia.
Tiempo, tiempo, tiempo… llegó el redentor, y este si vino con todo. Detrás suyo estaban intelectuales y rameras, gente progre y oligarcas de Guayaquil, indígenas y racistas, abortistas y anti-abortistas, machistas y feministas. Vino Su Majestad –como a él le gustaba que le llamen– y con el tiempo se fue deshaciendo de los progres, de los indígenas, de las abortistas, de las feministas. Y lo peor: la promesa de un cambio de políticas, de sistema, de posibilidad de vivir –no de sobrevivir– se lanzó al tarro.
Ahora nos despertamos luego de muchos días de zozobra. Desde casa se escucharon bombas. Tiros de escopeta y de revolver. Carros acelerados, frenos, gritos; cómo hace 48 años, cuando nacíamos y a pocos kilómetros se tiraban balas de golpe de estado. Nos despertamos para preguntarnos de lo que hemos aprendido, en el Ecuador de 2019; si hemos aprendido algo en todo este tiempo.
Tiempo, tiempo, tiempo… ¿le permitirás a los niños vivir en un lugar más justo, sin tanta desigualdad? ¿Uno dónde la violencia no sea el principal rasgo cultural? ¿Dónde, por fin, no haya la necesidad de violencia, porque existe justicia?
Tiempo, tiempo, tiempo…
Este programa presenta las siguientes músicas:
Parte 1
- Oração Ao Tempo – Caetano, Zeca, Moreno y Tom Veloso
- Día a día – Rubén Blades
- Te venden – Roy Brown
- Noticiero – Santiago Feliú
- Kikilla – Mariela Condo
- Aguacero – Grecia Albán
- Todo lo perdido reaparece – Sofía Rei
- Total interferencia – Charly García
Parte 2:
- Here – David Byrne
- Bright Horses – Nick Cave & The Bad Seeds
- Natalie Merchant – Motherland
- Turbulent Indigo – Joni Mitchell
- What’s Going On – Ritchie Havens
- Pendulum – Pearl Jam
- Don’t Break This Rhythm – Peter Gabriel
Coda:
- Time After Time (Long Version) – Miles Davis
Imagen: Fotografa del performance «AAA AAA» de Marina Abramovich y Ullay, 1978