TEXTO: Salvar la vida, pese a todo

La fractura del siglo es una muestra de cine del que soy su curador desde hace varios años. Este año hemos presentado una selección diversa de películas y eventos especiales. En este texto va un resumen de la selección, y unas razones del porqué estuvieron allí

La fractura del siglo vuelve este año 2023 en una versión más ampliada y diversa que en las anteriores dos ediciones, que fueron reducidas notablemente –casi hasta el punto de lo simbólico– por la pandemia del COVID-19. Las ediciones de 2021 y 2022 estuvieron, precisamente, marcadas por esa serie de eventos traumáticos para todo el mundo. Es 2023. La OMS aún no ha declarado el fin de la pandemia. Todos los países del mundo luchan –unos con más éxito que otros– de salir de las graves consecuencias económicas que dejó la pandemia. Lo que los economistas habían previsto durante 2020 se está cumpliendo: ahora hay menos oportunidades, más desempleo, más desesperación. Luego del desplome de ese año, las tasas de crecimiento se incrementan a un paso demasiado lento. La lucha política, en el mundo, es compleja y atemorizante: los extremos hacia el odio, la violencia y el racismo se incrementan y ganan terreno. Y aún más: el 2022 será recordado, sin duda, por el inicio de un conflicto armado –la invasión de Rusia a Ucrania– cuyos alcances van mucho más allá de esos territorios.

Volver ahora a cierto sentido de “normalidad” se vuelve, todavía, extraño y nos hace levantar varias preguntas que no tienen respuesta inmediata. ¿Han aprendido, las diferentes comunidades y culturas del mundo, a vivir con un virus que demostró una fuerza inusitada? Aquellos propósitos, que muchos hicimos en lo peor de la pandemia, de vivir nuestras vidas con más respeto a los demás y al medio ambiente, ¿permanecen en nuestras intenciones? ¿Permanecerán en la memoria global las vidas que el virus se llevó, aquellas que no pudieron salvarse? ¿Recordaremos la negligencia de muchos estados y gobiernos del mundo –incluyendo el Ecuador– frente a aquella emergencia sanitaria? ¿Fue el COVID-19, la verdadera fractura de este siglo?

Pero ahora volvemos a cierta normalidad, y junto con Sara Roitmann y Mariana Andrade hemos preparado una muestra de películas muy poderosa, organizada en tres secciones y acompañada de otros eventos extra-cinematográficos que esperamos le den sentido a esta octava edición de La fractura del siglo.

Historias de la Shoah: víctimas y héroes

La fractura del siglo se realiza en fechas que coinciden con el día internacional en memoria de las víctimas del Holocausto. Cada año, el 27 de enero, la UNESCO –y mucho del mundo– rinden homenaje a esas víctimas, y ratifican su compromiso contra el antisemitismo, el racismo y toda otra forma de intolerancia que pueda conducir a actos violentos contra determinados grupos humanos. Nosotros, entonces, hacemos La fractura del siglo y en cada edición seleccionamos algunas películas que hablan sobre esa gran “fractura” que fue la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Hemos presentado muchas obras sobre el tema, pero para mí es inolvidable el hecho que hace unos pocos años presentamos la obra maestra de Claude Lanzmann, Shoah, con sus nueve horas completas, frente a un público emocionado. Ahora le llegó el turno a otra de esas películas definitivas, influyentes: La lista de Schindler, de Steven Spieberg.

Se cumplen 30 años de su estreno. Antes de ese estreno de 1993, el cine del Holocausto había estado dominado sobre todo por documentales –como Shoah, o Noche y niebla de Alain Resnais– pero a partir de La lista de Schindler, se multiplicaron los dramas y comedias de ficción, de enorme éxito, como La vida es bella (Roberto Benigni, 1997), El pianista (Roman Polanski, 2002) o El niño del pijama de rayas (Mark Herman, 2008), por nombrar solo algunas. Pero, ¿puede un drama o un documental capturar la enormidad del Holocausto? ¿Puede una película grande, taquillera, premiada, empezar siquiera a hacer que entendamos la magnitud del Holocausto? Seguramente no, sin embargo, el historiador Peter Novick, según lo que ha reportado el periódico británico The Guardian, ha identificado a La lista de Schindler, junto con Shoah, como eventos clave en la creación de lo que él llama la “consciencia sobre el Holocausto”. Vemos entonces el poder del cine en su real dimensión.

Y en esa dimensión, también están las personas. Los individuos también hacen la diferencia. Así como existió un Oskar Schindler, existieron otros que salvaron vidas. Uno de ellos fue paisano nuestro: José Ignacio Burbano. Burbano, como podrán leer en un artículo escrito por su nieta en este mismo periódico, fue cónsul del Ecuador en Bremen. Desobedeciendo las órdenes de la dictadura militar ecuatoriana, que prohibía emitir visas a judíos, Burbano emitió un sinnúmero de ellas, salvando la vida de decenas de familias, y exponiéndose personalmente al agravio y al desempleo.

La historia de Burbano es fascinante, y vamos a contarla con detalles, en un evento especial donde tendremos la oportunidad de dialogar con su nieta, la doctora María Amelia Viteri, que está desarrollando una investigación sobre su abuelo. Durante esa conversación, la familia de José Ignacio Burbano pondrá a la vista y al tacto de los asistentes, archivos valiosos: cartas, nombramientos, documentos, fotografías y facsímiles de las visas que salvaron vidas. Será una forma de acercar al público a los archivos, y sobre todo, a esta historia de un ecuatoriano que cumplió este rol fundamental en medio del horror.

Además, y entre otras películas, presentamos una comedia audaz y extraña. Se trata de Jojo Rabbit, el filme del neozelandés Taika Waititi, premiado con un Oscar y que dio la vuelta al mundo hace pocos años. ¿Cómo encontrar comedia en la ideología nazi sin entrar los lugares comunes? Miren Jojo Rabbit y verán cómo.

Este año nuevamente hemos invitado a la Casa Museo Trude Sojka a participar de La fractura del siglo. En este periódico hemos publicado un artículo que explica cómo nació y lo que hace la Casa Museo. Se trata de una iniciativa privada que merece apoyo porque mantiene viva una memoria ecuatoriana del Holocausto, y realiza una programación permanente con esos fines.

Actualidades: guerras en pandemia

El 22 de febrero de 2022, un episodio bélico de gran intensidad –es decir: una guerra– se inició cuando tropas rusas invadieron el territorio de Ucrania. La escala de la guerra ha sido enorme, y no solo ha provocado miles de muertes y crisis migratorias y de refugiados, sino que además ha causado una crisis económica mundial. Muchos países, que ya venían de tumbo en tumbo, sin salir de la recesión causada por la pandemia, ahora tienen que enfrentar varias cosas: disminución del flujo de remesas (algo notorio en el Ecuador, por ejemplo), aumento de los precios de los alimentos (en muchos países, incluyendo el Ecuador) y una crisis energética profunda (sentida, sobre todo, en Europa). “Es algo que no se veía desde 1918: un conflicto armado de proporciones y una crisis sanitaria internacional” dice el economista del Banco Mundial Dilip Ratha.  

Quisimos encontrar una película que pueda contar la historia de Ucrania y Rusia –porque el conflicto viene desde hace años– y recurrimos al gran cineasta ucraniano Sergei Loznitza, que siempre tiene respuestas (y filmes) muy esclarecedores. Aunque últimamente Loznitza ha estado dedicado a trabajar con los archivos (vean las increíbles películas Funeral de Estado o Una noche en la Ópera), su filme de 2018 titulado Donbass cuenta con sarcasmo, ira y compromiso la situación. Su historia es el resultante de una conexión de dolorosas anécdotas (muchas de ellas tomadas de la realidad) de corrupción, coerción, miedo, cinismo en la región del Donbass, que ha sido ocupada desde hace años por los rusos pro-separatistas. Esta película nos ayuda a entender mucho sobre lo que pasa en Ucrania, hoy en día.

Esta sección se completa con El retorno, película ecuatoriana de la que me referiré al final de este artículo, y Berlín Alexanderplatz, una nueva versión de la famosa novela de Alfred Döblin. Esta vez, el protagonista, un exconvicto migrante en Alemania, debe afrontar –sin éxito– una vida rodeada por la miseria y la indiferencia. Señales inequívocas, brinda esta película, de unos tiempos contemporáneos donde la tristeza domina, y la esperanza en tiempos mejores se ve muy lejana.

Relatos: entre la intolerancia y el entendimiento

Inauguramos una sección novedosa en La fractura del siglo, que continúa nuestra tradición de presentar relatos interesantes de las cosas que pasan en el mundo y que tienen que ver con la intolerancia y su contrario. Es decir, con aquellos vicios que dominan al mundo, y a los antídotos a esos vicios que los seres humanos se han inventado para seguir luchando. Vamos a explayarnos en esta sección en un artículo completo en este periódico, aquí les diré que las películas seleccionadas son Él me llamó Malala, que rinde un homenaje a la premio Nobel Malala Yousafzai; el clásico Carrozas de fuego, sobre dos atletas británicos que resuelven sus diferencias de todo tipo, incluyendo las religiosas, para un objetivo común: ganar los juegos olímpicos en Colombes, en 1924; Holy Spider, sobre una valiente periodista en Irán que investiga unos femicidios; y Un diván en Túnez, sobre una sicóloga que trata de resolver las diferencias ideológicas y culturales de la comunidad en que vive. Lean mucho más sobr estás películas en este periódico.

Para terminar esta breve descripción de lo que hemos hecho para esta octava edición de La fractura del siglo, me quiero referir a la hermosa película ecuatoriana El retorno, de Eriberto Gualinga. Un grupo de personas de la comunidad de Sarayaku, se interna en la selva para escapar del Covid-19. Mientras se reconectan con el conocimiento ancestral, por fuera de las “distracciones” de la vida moderna, su afinidad con la naturaleza comienza a fluir. Ellos van hacia lo más básico, hacia lo más elemental, hacia lo más efectivo. Ellos salvan su vida porque usan su sentido más íntimo, que es el de la bondad. Salvan su vida y la de su comunidad. Así como otros, en otros lugares del mundo, por ejemplo, Oskar Schindler o José Ignacio Burbano, salvaron las vidas de otros, de familias enteras que vivieron para contarlo, para que la memoria no olvide, para que la historia escriba cómo y porqué pudieron salvar sus vidas.